El joven Yachtsman, de Joaquín Sorolla |
"Hoy tengo sicólogo, menos mal que nos toca juegos porque ya me estoy cansando de los tests, no son de esos de rellenar casillas o así, son de contestar preguntas. Me dice que soy muy sincero y que se ve que no voy a poner lo que quede bien. Pues claro que no, yo pongo lo que pienso y ya está. Bueno, la verdad es que tampoco se me ocurre otra cosa, yo pongo lo que se me ocurre, total... En verdad está bien lo del sicólogo porque vengo paseando hasta aquí y así al menos no estoy castigado en casa, luego me voy a las pistas, si se cree el aita que me voy a ir a casa con este solazo, lo tiene claro.
Mañana es el día de los enamorados, sería un día para ver a A, además ahora con la cresta, me pongo el polo ese verde que me ha regalado la ama que es superpijo y quedo guay. Ayer me hizo ducharme la ama, ya vale para mañana, pero, claro, cómo voy a ver a A si estoy castigado. Tendría que llamarle por teléfono por lo menos, aunque vete a saber si está en casa o si tiene el móvil apagado, porque tendrá que hacer deberes e igual no le dejan. Y si no, pues le veré el sábado, a ver si va al curso, que el sábado pasado no fue, lo bueno es que este sábado le podré acompañar a casa.
La música es guay porque te acompaña siempre, me pongo mi música y ya está. Y en el verano me pienso pirar a Alicante, trabajaré haciendo gofres, ya verás qué palo se va a pegar el aita, se quedará con la boca abierta, ja, él piensa que no valgo para nada... La ama me prometió que me llevaría, pero no sé yo, si le digo que me voy para quedarme seguro que no me lleva, la ama se preocupa demasiado, no le puedo decir nada porque ya se está preocupando. Si ya le digo yo que siempre está pensando que pasan cosas y no pasa nada. Anda que ya son ganas de agobiarse.
¡Ostras! Si me he pasado de portal, ahora me tengo que volver...".