martes, 5 de noviembre de 2013

Dicen que los navajazos no duelen

Después de la tormenta, de Winslow Homer

Cuando algo muy grave nos golpea, apenas sentimos el dolor; de hecho, dicen que cuando se recibe un navajazo uno no siente nada. Con los golpes emocionales sucede algo muy parecido. Te das cuenta de lo que ha pasado, eres consciente de una muerte, de una pérdida, de algo que cambiará tu vida y apenas sientes nada más que conmoción. Tu cabeza se dispara adelantando acontecimientos, sucederá esto y esto y esto y cómo podré yo soportarlo, pero nada más. Es con el transcurso del tiempo cuando, día a día, va uno comprendiendo el alcance y sintiendo el dolor de lo sucedido.

Hace un par de días supe que J podría ir a la cárcel, que es no solo posible sino probable y me doy cuenta de que comprendo lo que significa, pero que no soy capaz de alcanzar a imaginar las consecuencias que esto tendrá para él y para mi. En realidad, todavía no quiero ni pensar en que va a ocurrir, quiero pensar que aún estamos a tiempo de evitarlo y que, como diría Louise L. Hay o cualquier otra escritora de libros de autoayuda, no adelante usted acontecimientos negativos, quizás no sucedan, quizás sufra usted en balde.

Y a ese pensamiento me aferro.

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