viernes, 15 de noviembre de 2013

La dificultad de elegir

Children playing, de Oskar Kokoschka

Cuando tienes un hijo que tan pronto sale con I como con L o con A, teniendo en cuenta que a veces las relaciones son simultáneas, está claro que no te vas a aburrir en la vida.

Mi hijo es simpático, alto y bien plantado, no puedo decir que haya salido a mí porque no soy su madre biológica, pero una de sus virtudes es que de entrada se queda con todo el mundo. Es de los que haría amigos en el infierno y de hecho yo diría que ya los tiene allí. Conservarlos, en cambio, se le da peor.

Hace unos meses J conoció a una tal L, pero los padres de la chica no querían saber nada de que saliera con nadie y entonces J y ella lo dejaron. J mantenía con A una relación intermitente cuando conoció a I. En ese momento yo ya me liaba con los nombres y no sabía si preguntarle qué tal con A o con I o con L.

No habían pasado dos días y ya había conocido a una tercera chica, lo que le llevó a sacar de su vida a I rápidamente. Esta se lo tomó fatal y J no sabía cómo afrontar las lágrimas y los reproches de la pobre chica. La madre de la criatura (o sea, yo) acudió al rescate explicándole que si bien es cierto que nadie es culpable de no querer seguir manteniendo una relación, no puede ser que tenga más de una relación a la vez, que eso solo le va a conducir a complicarse la vida y sobre todo a herir los sentimientos de los demás. No sé si me entendió pero yo tenía que decírselo.



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