sábado, 7 de septiembre de 2013

Momentazos

Portrait of Caspar Goodric, de John Singer Sargent

Es sabido que hay momentos de los hijos que compensan todas las barrabasadas que nos hacen, abrazos que compensan suspensos y abalorios que valen más que el mejor Cartier. En mi hijo estos momentos son escasos, para qué me voy a engañar, ya de bien pequeñito supe que me iba a dar pocas alegrías, pero ha tenido sus momentazos.

Cuando me pongo nostálgica (no llega a una vez al año) recuerdo en especial el momento en el que le daba las buenas noches. Yo me afanaba procurando que no llegáramos muy enfadados a ese momento, lo cual no era fácil porque antes había habido que bañarse, cenar, ponerse el pijama... en fin, cuestiones todas, cuando menos, complicadas. Pero cuando por fin se metía en la cama, yo me sentaba a su lado y hablábamos de lo que había hecho durante el día, de por qué nos habíamos enfadado y terminábamos haciendo tabla rasa y amigándonos. Entonces yo le cogía entre mis brazos, le acunaba y le besuqueaba.

Un niño es un niño y yo creo que los besos y los abrazos les vienen bien siempre, incluso aunque se hagan los duros. Y entonces le abrazaba sin fisuras, no a medias ni de compromiso, le abrazaba para que supiera y sobre todo para que sintiera que le quería. Aprovechaba para mecer su cuerpo, pero en el fondo lo que quería era mecer y consolar su alma, rescatarle de todos los sinsabores, reproches y frustraciones que ha había llevado al cabo del día y que seguro habían sido muchos. A veces son momentos en los que J se abandona y permite aflorar lo que le preocupa.

-Ama, ¿hiciste bien en adoptarme?
-Es lo mejor que he hecho en mi vida, J.
-No, lo mejor no, porque primero tuviste a M.
-Sí, es verdad, lo segundo mejor que he hecho en mi vida.
-Y tú me escogiste.
-No, no se podía escoger, J.
-Te toqué.
-Pues sí, igual que te tocan los hijos que se tienen en la tripa.
-Y ¿cómo era?
-Pues eras morenito, muy serio y parecías un poco triste.
-¿Te acuerdas?
-Claro que me acuerdo: llevabas una chaquetita verde y unos pantalones de cuadros. Y tenías el flequillo largo.
-¿Y estás contenta?
-Pues claro, cariño. Y tú ¿estás contento con la madre que te ha tocado?
-Sí, aunque no sé como son las demás.
-Bueno, tienes a las de tus amigos -ahora solo falta que a este macarrón se le ocurra que cualquier otra habría podido ser mejor, tendría narices.
-Sí, a ver déjame pensar, está la de M., la de G., la de R. es muy maja, ¿no?
-Sí, bueno, ale, a dormir.

Fue un buen momento para terminar la conversación.

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