martes, 1 de octubre de 2013

Extraños en torno

Girl with Peaches, de Valentin Serov

Cuando tienes un hijo con un trastorno mental, tienes alrededor una red de profesionales que, con la intención de hacer tu vida lo más "normal" posible, la desnormaliza por completo. Esa red suele estar compuesta por un sicólogo y un siquiatra, un par de trabajadoras sociales, algún educador, una profesora particular que le ayude con los deberes cuando va al cole, el médico de cabecera que controla la marcha de la medicación y las instituciones u organismos, tanto sanitarios como sociales.

Necesitas ayuda de todos ellos y a la vez necesitas una secretaria que te organice las citas, porque en ocasiones te coinciden la trabajadora social del ayuntamiento y la cita en Agifes, o tenías hora con la enfermera de la URP y te vas a la consulta del siquiatra. Por no hablar de la cantidad de ocasiones en las que que te toca contar situaciones que para otros son íntimas, la de veces que te parece que tu vida está expuesta al juicio de personas ajenas a tu familia.

Y cuando te sometes al juicio de un profesional externo, te planteas si has actuado bien o mal porque muchas de tus actuaciones están tan fuera de lo que has conocido en la vida que te dejas llevar por lo que en ese momento te dictan las tripas o el corazón. Pero cuando lo cuentas, lo vuelves a vivir y entonces, con la distancia que da el tiempo, juzgas de nuevo tu comportamiento y te arrepientes lo mismo de haber sido tan blanda como de no haber sido más severa.

Con el tiempo van pasando dos cosas contradictorias: por una parte te acostumbras, porque el ser humano a todo se hace, y no lo vives tan mal y, por otra, te cansas y vas desarrollando una especie de sentimiento de hartazgo y decepción al ver lo poco que, a pesar de tanta ayuda, mejoran las cosas.

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